Wednesday, May 10, 2006

Tecnología de ficción


El fin de semana, decidí ver unas películas en casa.

En la primera, una supercomputadora, no sólo manejaba en forma autónoma toda la tremenda nave espacial de la saga, si no que además se comunicaba en lenguaje natural (el que usamos los humamos) con los tripulantes. Opinaba, decidía, enseñaba y hasta aconsejaba.

Fantástico... aunque ya no tan increíble, de tanto ver estas películas. De algún modo todos sabemos que para allá vamos o ya estamos allí, en algunos aspectos, por eso ya no nos impresionamos.

…Claro que después la computadora se volvió loca y luego de jugar un poco, humillar y hacer sufrir a los tripulantes, terminaron todos muertos (¿o tal vez sólo cobro conciencia del significado de “poder”?). Pero bueno, ese no es el punto que quiero tocar ahora.

En la otra película un par de asesinos a sueldo no sólo eran maestros en toda clase o mezcla posible de artes marciales, lucha y puños, si no también en el manejo de todo tipo y tamaño de armas. Expertos en logística, con grandes redes de contacto y financiamiento ilimitado (quién sabe de qué origen, pero eso que importa).

Para que hablar de sus destrezas tecnológicas: Redes, video, telecomunicaciones, hardware, software, conectividad… ¡uff!
Se introducen con sigilo en cualquier parte, ya sea lugar físico o redes de empresas; privadas o de gobiernos; con un par de teclazos ya están viendo los planos del edificio al que necesitan infiltrarse, en el mejor formato posible. Obviamente no en papel… en 3D y se pueden desplazar por el interior y todo…ya quisieran los administradores de edificios, arquitectos y constructores poder hacer eso y tal facilidad.

Disfrazados con unos bigotes más falsos que Judas (aunque ahora resulta que tal vez Judas no era tan falso…,pero bueno eso es otra historia), se introducen en edificios súper asegurados e hiper tecnificados y como quien entra a la cocina de su casa, “pinchan” un dispositivo en “cualquier” cable (convengamos que es cualquiera, si no esto sería la perfección) y luego desde la comodidad de su guarida, con un café en la mano, ven todo el sistema de seguridad, que sin temor a equivocarme, ni los propios “internos” son capaces de monitorear…

Encima, una facha que no deja de provocarme cierta envidia…es el colmo…

En los casi 17 años de experiencia que he desarrollado en el ámbito de las tecnologías, en particular en Tecnologías de la Información, nunca he visto que las cosas se hagan con la facilidad y velocidad con aparece en las películas, ni que tanto conocimiento se concentre en una o pocas personas, como allí se ve.

Por el contrario, cada vez parece necesitarse un mayor nivel de especialización, para abordar los cada vez más complejos proyectos tecnológicos y el trabajo en equipo resulta fundamental. Impensable trabajar solo.

Increíblemente, en la “Era de la Información”, cuando ya casi todo es electrónico, que se supone que, al menos en el mundo occidental, todos conocemos “algo” de tecnología: usar el microondas, el teléfono digital, la radio llena de botones y perillas, el control remoto (distinto para cada aparato de entretenimiento), la consola de juegos, la PC de la oficina, etc., aún sigamos encontrando gente que cree que le puede preguntar a su computadora casi cualquier cosa y en cualquier formato (ojalá lenguaje natural), que sólo falta que la computadora hable, que la red es infalible, que la velocidad y recursos físicos de las máquinas son infinitos…


Sorprende lo que la televisión y el cine son capaces de hacer sobre el imaginario colectivo. Hacer creer a la gente que la tecnología per se, resuelve cualquier problema, sin trabas, sin dolor.

Lo peor de todo, es que estos personajes son más cercanos de lo uno quisiera. De hecho se pueden encontrar sin dificultad en el escritorio de al lado. Desde secretarias; hasta gerentes, que creen que con apretar un botón la tecnología evacuará un documento bien formateado, la distribución de costos o la política comercial de los siguientes dos años.





El problema de todo esto es que no es así como funciona la cosa, la realidad es otra, lo cierto es que a pesar que la tecnología sí resuelve problemas, generalmente complejos, por sí sola no siempre aporta valor o al menos no demasiado. El valor debemos dárselo nosotros. No podemos pretender que una computadora (al menos no por ahora), resuelva un problema matemático o administrativo, si no lo hemos resuelto nosotros en papel primero. No queramos que la computadora diseñe o escriba el código de un sistema de información o “se le ocurra” cómo resolver un problema. Nosotros debemos decirle cómo.

Por otro lado, si miramos la integración de tecnologías desde la perspectiva de negocios, debemos comprender y aceptar que ésta, cualquiera sea su ámbito de aplicación, tiene costos asociados, que no siempre son fáciles de ver.

El más obvio, es el de adquisición, pero los hay de integración; de mantenimiento; los costos de tener personal capacitado, cada vez más especializado; de actualización; de licenciamiento o de derechos de uso, en el caso de tecnologías patentadas; etc.

Creo firmemente que la tecnología puede hacer mucho más fácil la vida y el trabajo de todos nosotros, Es más fácil ser Julio Verne ahora. Pero cuidado, la agregación de valor no es automática o gratis, ni viene garantizada. No magnifiquemos las capacidades de las tecnologías que utilizamos, mirémosla con ojo crítico y en su justa dimensión.

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